Ya estoy acá.
Pienso en cosas que tengo que hacer, me proyecto, me ovillo, me vuelvo.
Duermo en mi cama. Tengo muebles.
Pero de repente, hay días, momentos que mi cuerpo me demuestra que no borró todo lo que mi mente cree: me engaña con búsquedas imposibles, me encuentra yendo a lugar que están a ocho mil kilómetros de distancia.
Que, de a ratos, me gustaría estar.