martes, 20 de julio de 2010

Mientra hablo, pienso

Ya hace más de un mes que estoy acá. Podría decir que ya todo mi cuerpo borró las huellas del viaje: los granos que nos persiguieron por la cara toda la estadía, el tostado veraniego, los ademanes importados.
Ya estoy acá.
Pienso en cosas que tengo que hacer, me proyecto, me ovillo, me vuelvo.
Duermo en mi cama. Tengo muebles.

Pero de repente, hay días, momentos que mi cuerpo me demuestra que no borró todo lo que mi mente cree: me engaña con búsquedas imposibles, me encuentra yendo a lugar que están a ocho mil kilómetros de distancia.
Que, de a ratos, me gustaría estar.

sábado, 13 de marzo de 2010

De algo que se acaba....

¿Qué te podría escribir que aún no sepás? ¿Qué palabra mía te faltó escuchar? ¿Leer? Puede que nunca te haya dicho "esdrújula" pero eso no cambia las cosas.
La hoja es transparente, y yo me hago agua en ella.
La hoja es de piedra, y yo me estampo contra ella.
Me hago hoja, me apalabro. Me significo y me semantizao. Me vuelvo sintáctica.
Me gramaticalizo, me hago agramatical.

Me vuelvo todas las palabras que quisieras escuchar.

Y me doy cuenta que no me gusta esta forma de hablar.

Para cada oído están las palabras, pero no para todos.

Esta experiencia lo que tiene de público está en el currículum, lo demás, es para los que se acercan.

lunes, 15 de febrero de 2010

El silencio y la heladera.

La situación es desigual.
Nada se puede comparar con el estado actual de las cosas.
Nada es una palabra con relieve: demasiada palabra para significar vacío.
El silencio que me zumba mientras hago un reporte de lectura (variable que determina estos días de mi vida) se interrumpe.
La interrupción es coherente con la situación desigual en la que me encuentro.
Cada menos de lo que uno está acostumbrado, frecuencia despareja pero "parejamente molestante", lapsos de ella o lapsus mío: la heladera, el motor viejo puesto en 1 porque dijeron que así daba menos vueltas y ni pensar lo que será en 10. La heladera que es un recital de Rata Blanca en un departamento sin muebles. Hace eco y se responde con su mismo canto.
El mate a deshora. El silencio que no está. Las lecturas que te sepultan y son todas de étereas fotocopias.
La heladera. Su eco.

Qué ganas de escuchar un recital en carne y hueso.

viernes, 5 de febrero de 2010

OBLIGACIÓN

Tengo que acordarme de escribir una crónica de ese container. Lo que aparece ahí y luego se quita. Lo que encontramos y sobre la mano impercebptible que tira un escritorio o de las dos señoras que tiran flores muertas, al mismo día, casi a la misma hora.
Tengo que recordarlo, pero solo la escritura. Me doy cuenta que de él no me puedo olvidar. Está ahí: todo con lo bueno que su boca tiene y lo malo. Lo espio desde la ventana. O lo miro y me pellizco para no darme cuenta que realmente es real.
Tengo que dejar de mirarlo, pero también quisiera entenderlo.
Se ven las manos que te escarban el vientre, las infinitas manos y palos que te escarban. Se ven los que te sacan pero nunca los que te dan. ¿Por qué la generosidad ajena no es detectable?
Tengo que acordarme de escribir sobre ese container porque ya nunca podré olvidarlo.

sábado, 23 de enero de 2010

Fotoquímica.

Las cadenas en química deben tener alguna lógica que, para los químicos, es predecible.
Si mirocómo la crema chantilly y la soda se unen, se secuencian, se amontonan y hacen como dibujos de arroz no logro entenderlo. De química sé poco, pero lo que sé de fotografía me alcanza.



El ojo del quien estudió debe ser más preciso, las palabras de quien escribe deben permitir ir a otro lugar que no sea la misma escritura.
La vista puede seguir mirando cómo se acomodan las micropartículas de la soda y la chantilly. El ojo puede hacer foco, entender la forma, el dibujo, pero la imagen no me alcanza y le busco las palabras.
Las cadenas de uniones de las cosas. Las uniones lógicas de las partículas. La lógica de las uniones.
Aunque cuando tengo que hacer una coordinación entre claúsulas solo existe ese conector: nuestra "y".

jueves, 21 de enero de 2010

Ahí, ahora es acá.

Llegada. Es difícil repartir lo que uno escribe entre los mails generales, los mails particulares, los mensajes en facebook, los mensajes en msn, los papelitos, los dos diarios que llevo y la agenda. Más el blog, claro.
Así que temporalmente esto está en último lugar. Porque podrían ir todos comentando lo que van recibiendo y así lo escribirían ustedes. No estaría mal, ¿no?
Claro que no podrían hacer determinado tipo de comentarios.
En fin, ya estamos acá.

jueves, 14 de enero de 2010

Artículo 18.

Violación.
Sabrás disculpar.
También un mensaje de texto puede disparar una inquietud, de una sesión terapéutica conmigo misma.
"Luzia, pronta a partir al magico mundo de las quesadillas, el rico tequila y los sicarios! Como se siente?".
Pregunta que llega hasta debajo de la uña del dedo chiquito del pie (esa que siempre se choca con las patas de la cama y las puertas).
Respuesta que se demora horas en aparecer. ¿Cómo se siente? ¿Cómo? ¿Por qué no existen manuales de sentimientos? Estoy en esta burocracia autoimpuesta: tachar los elementos de la lista antes de partir, llenar las valijas ordenadamente, saludar, dejar todo acomodado para la ausencia (admito: no fue posible), ¿y?
¿Y ahora qué?...
Si existiera una palabra que estuviera en el punto miedo entre los nervios y la premura por vivir lo nuevo. Se sentiría eso.
Esa es la respuesta.